lunes, 19 de agosto de 2013
La verdad sobre las claras de huevo
Uno de los mayores errores acerca de los huevos es pensar que cualquier cantidad de colesterol es mala y que éste es en realidad un tipo de grasa. Aunque el colesterol es ceroso y tiene el aspecto similar a la grasa, de hecho es completamente diferente. Los estudios están empezando a descubrir que la cantidad de colesterol que consumimos y la que finalmente está presente en nuestra circulación no están tan directamente relacionadas como la comunidad científica acostumbraba a creer. Sin embargo, mucha gente en la industria de la salud todavía cree que el contenido en colesterol de las yemas de los huevos es demasiado alto para que la gente pueda consumirlos diariamente sin que éstos supongan un riesgo para la salud. Y eso impide que las personas puedan obtener los muchos beneficios que los huevos proporcionan.
El colesterol es en realidad algo que nuestro cuerpo necesita para mantener los múltiples sistemas que funcionan simultáneamente. Es de vital importancia para mantener la salud de las membranas celulares, ayuda a fabricar la vitamina D, protege las fibras nerviosas, mantiene la correcta proporción de las grasas, la producción de la bilis (que favorece la digestión) y además desempeña un gran papel en la producción hormonal (incluida la testosterona). El colesterol también se ve implicado en la construcción de huesos fuertes y asimismo fortalece los músculos.
Hay muchos procesos internos que os ayudan a destacar en el culturismo que dependen del colesterol.
Los dos tipos de colesterol
Como hemos dicho antes, existen dos tipos de colesterol: el colesterol que consumimos (el de la dieta) y el que flota y viaja en la circulación (en la sangre o suero). El 80% del colesterol de vuestro cuerpo se fabrica en el hígado y el restante 20% proviene de los productos animales que consumimos. Ambos tipos juegan un papel importante en nuestro bienestar y en la capacidad de ganar músculo. Ahora bien, el colesterol del suero (sangre) se puede dividir en dos categorías, que forman lo que la mayoría de nosotros conocemos como colesterol: las lipoproteínas de alta densidad (HDL, de sus siglas en inglés) y las lipoproteínas de baja densidad (LDL). De los dos, el LDL es el tipo que queremos evitar, ya que es el que está relacionado con los problemas de salud.
El colesterol HDL es beneficioso porque proporciona energía y mantiene las membranas celulares intactas, regula la fluidez de éstas de forma que los nutrientes puedan ser correcta y eficazmente transportados a su interior. Este tipo forma un recubrimiento protector en las arterias para mantenernos inmunes contra las enfermedades infecciosas, en cambio el LDL puede acumularse en las paredes arteriales y coagularse, de manera que puede conducir a problemas de corazón. Por su parte, las lipoproteínas de alta densidad (LDL) también pueden ayudar a mantener los niveles de azúcar en sangre bajo control y reparar los tejidos. Finalmente, el HDL devuelve el colesterol de la circulación al hígado para que éste lo expulse del cuerpo. Como podéis ver, el colesterol HDL es muy necesario para que el cuerpo rinda a su máximo dentro y fuera del gimnasio.
En cambio, el colesterol LDL es otra historia completamente distinta. Cuando oís toda la publicidad negativa acerca del colesterol, es probablemente debido a todo lo malo que éste provoca. Los altos niveles de este tipo de colesterol son lo que conduce a los problemas cardiacos. No son los altos niveles totales de colesterol lo malo para vuestra salud, sino la alta proporción de LDL en el total de vuestro nivel de colesterol lo que os perjudicará.
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